"Aprende
a leer.
Aprende
a escribir.
Aprende
a pensar."
Con esas
palabras, Nuria Espert - en la piel de la abuela de la protagonista - impele a
Nawal a escapar del anonimato y a luchar contra la ira para frenar ese monstruo
que genera violencia y se transmite de generación en generación. La línea
sucesoria de la ira.
Pero la guerra
atrapa a Nawal, y lo que ve y sufre - lo que descubre - le hace guardar
silencio. Ese aprendizaje del pensamiento a través de las palabras le ayuda a
buscar respuestas a lo irracional, pero a través del silencio. La música es una
descarga para aliviar el alma - un purificador-, y el silencio es el
aprendizaje de las palabras - un razonar interno de lo acontecido. Y Nawal decide
adoptar ese silencio varios años. Porque la verdad no se pronuncia, se
descubre.
El montaje de la
obra comienza con un notario, dos cartas en testamento, y dos hijos de Narwal
que no comprenden ni el silencio previo de su madre ni lo que les dice ahora
que está muerta.
El dolor - la comprensión del dolor - ofrece más
respuestas que la ira. Nawal lo sabe. Sabe que las palabras no sirven sin
búsqueda. Las palabras no se entienden si sólo se repiten como números. Uno más
uno son dos. No siempre. Incluso las matemáticas hay que vivirlas en primera
persona para comprenderlas. Vivimos rápido y nos cuesta pararnos a pensar, y
ese vivir sin pensar está un poco vacío, y ese vacío de la carrera lo
preferimos a enfrentarnos al miedo a descubrir quienes somos, no vaya a ser que
seamos lo que odiamos del otro. Afrontar el dolor - no con ira, sino como un viaje -
nos enseña a descubrir quiénes somos.
"Y
prométeme que escribirás mi nombre en mi tumba."
Incendios
de Mouawad es una declaración contra el anonimato, el de los prisioneros del
otro silencio, el silencio de los que no tienen instrumentos para expresar la
profundidad de su propio pensamiento, los que no tienen la posibilidad ni de
escribir su nombre, ni de afirmarse en la tierra como seres humanos, como
individuos únicos. Y únicos no significa estar encerrado en el ego de la
incomprensión hacia las diferencias con el otro, único significa que esa
diferencia debe unirse a las otras en una pluralidad de singularidades con
capacidad de pensar. Eso tan difícil de conseguir cuando el odio nos bloquea la
mente.
Laia Marull,
Ramón Barea, Lucía Barrado, Carlota Olcina, Alberto Iglesias, Alex García y Edu
Soto, todo el elenco de actores, me cautivaron con sus interpretaciones en esa
sala tan solemne del Teatro La Abadía un día lluvioso de octubre en una noche
de Incendios.
--
Perdonad que me
haya puesto tan profunda. Es que no he dormido bien. Después de un paseo por el
parque con estas ideas en la cabeza he pensado que falta una frase. Sí. Primero
porque el dolor llega a veces a los niños, seres a los que no les ha dado
tiempo a aprender y comprender. Segundo porque, aunque todos pongamos de
nuestra parte y los humanos consiguiésemos ser todos buenos y todo lo demás, la
naturaleza siempre puede venir a destrozarnos la vida. Así que imagino que yo
debo añadir a mi vida la frase 'Aprender
a vivir'. Tanta profundidad, tanta comprensión, tanto dolor, pierde sentido
si no se sabe vivir.
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