lunes, 6 de octubre de 2014

Un espacio entre uno y el horizonte, donde el tiempo no existe


El tiempo no existe. ¿Cómo puede existir, si puedo morir hoy o alcanzar los cien años? Un amigo me dijo una vez que no me obsesionara con el tiempo. No le entendía. ¿Cómo no iba a hacerlo si mi mundo estaba lleno de objetivos, plazos y metas que me imponía la sociedad donde vivía?

Fotograma del film 'Boyhood' de Linklater

Luego, aprendí que el mundo real se movía en un orden mucho más caótico, y que, ni cumplir los plazos, ni alcanzar las metas, ni construir objetivos artificiales, nada de toda esa parafernalia en la que organizamos nuestra vida, garantizaba alcanzar la plenitud de una vida. Mi vida.
 
El tiempo no existe. Y eso causa una alegría enorme. Tanto la anciana que riega sus flores sonriendo entre sus arrugas, como el bebé que se ríe gateando por primera vez, están viviendo un único momento, su único presente. Porque no existen garantías. Y la riqueza de un instante sólo se encuentra si se vive ese instante.

No hay duda de que para caminar hace falta un camino. Pero el camino es espacio, y no tiempo. Cuando logramos ver un horizonte que nos interesa, calculamos el trayecto que nos llevaría hasta él.


Senda costera entre Puerto de Vega y Barayo - Fotografía de Lucía Alcina

En lugar de calcularlo espacialmente, lo hacemos segmentándolo en tiempo. Y erramos.

Porque el horizonte no se alcanza por una suma abstracta de segmentos. Las metas no son horizontes. El horizonte es un presente lleno de momentos.

Hay un ejemplo muy visual para entenderlo, ahora que vivimos en un mundo de imágenes fotográficas. Instintivamente hacemos fotos para captar los instantes de nuestra vida.

Nos hacemos fotos a nosotros mismos, a los paisajes que vemos, a los amigos; registramos la música que nos hace vibrar, las frases de los libros que nos hacen pensar. No se nos ocurre hacer una foto de una meta, de un objetivo, de un plazo.


Fotograma del documental 'La sal de la tierra' de Wim Wenders


Wim Wenders acaba de realizar un documental sobre el fotógrafo Sebastiao Salgado. En él se recogen todos los instantes que tomó a través de su cámara. Y cuando lo ves te das cuenta de que no existe el tiempo.

Linklater acaba de presentar su película Boyhood. En ella se capturan las situaciones principales que han marcado la vida de un niño. En ella no hay metas, y uno de los personajes, no el principal, se desmorona al final del film cuando se da cuenta de que seguir los plazos no lleva más que al vacío. Que no existe un premio al final. Y que, si no sabes dónde estás en cada momento, si no vives el instante como un espacio, pierdes el horizonte.

Y te empiezas a preguntar sobre esa cosa tan abstracta que llaman "el sentido de la vida", como si existiese sólo un sentido, como si existiese un regalo empaquetado con todos los ingredientes del puchero, como si la ruta fuese una raya en el suelo sobre una superficie plana.

Cruce de caminos en Malleza - Comarca Vaqueira - Foto de Lu Alcina

Que no exista el tiempo no significa que no podamos proyectarnos hacia delante. No podemos controlar los agentes externos. Los internos no siempre están en nuestras manos. Pero podemos trabajar nuestra voluntad, nuestro movimiento. Sin perder de vista el bosque, atentos a los árboles, a las raíces, y los contratiempos del cielo.

Y no es tarea fácil. Son muchos los mensajes que recibimos del exterior como para escuchar nuestra propia voz. Hay que hacer un esfuerzo por escucharla. Pero no sólo eso. Hay que ser sincero con uno mismo.

Antiguo faro del Cabo de San Agustín en Ortiguera
Fotografía de Lucía Alcina

Levanta uno la vista y alcanza a ver un horizonte hacia el que de verdad quiere ir. Y ahora empieza a caminar. Cuando el caminar no tiene un manual de instrucción, y el camino no está trazado. Es un espacio entre uno y el horizonte.
 

'Que no exista el tiempo
no significa que no podamos
proyectarnos hacia delante.
Levanta uno la vista y alcanza a ver
un horizonte hacia el que de verdad quiere ir.
Y ahora empieza a caminar,
un sendero no trazado,
en un espacio entre uno y el horizonte.'
 
Lucía Alcina

Cuando la Nave es el Viaje
Senda costera junto a playa de Porcía