miércoles, 20 de enero de 2016

Kandinsky: La lírica y el control

 "No soporto que la gente
 vea lo que me pasa realmente."
 

Impresión
 
Hasta el siglo XX sólo la música permitía al autor expresarse en abstracto.
De todas las artes era la única que no representaba la realidad; y los compositores tenían la libertad de mostrar su genio, su carácter, su biografía, sin exponerse abiertamente al público. Porque la textura de la música funciona como una capa de invisibilidad que resguarda al artista de ser psicoanalizado a través de su obra.
Ligero


Entonces llegó Kandinsky y revolucionó la pintura.

Consiguió codificar el color y dar vida a las líneas, liberándolas de su función trivial. Logró pronunciarse sin necesidad de descubrirse.

Pero, ¿Por qué querría alguien expresarse públicamente si no quiere que le entiendan?

Me formularon esa pregunta mientras observaba Improvisación nº III.

Improvisación III
 

Respondí por impulso valiéndome de una analogía que hoy me hace reír porque quizá tenga algo de cierto. ¿Sabéis esa sensación cuando estáis enamorados de necesitar gritarlo? ¿Ese estado en el que no podéis transmitir abiertamente lo que sentís? A Romeo y Julieta les hubiese ido mucho mejor si hubieran sido capaces de hallar una fórmula de expresión abstracta. Una fórmula capaz de mostrar el revoltijo emocional que llevaban dentro ( al menos hasta diseñar un plan para escapar de los Capuletos y Montescos).
Acento en rosa - Obra que Kandinsky regaló a Nina, su mujer.

Pues imaginad que en cada creación el artista sufre algo parecido a un enamoramiento. Tiene una necesidad vital de expresar. Pero no tiene por qué querer que se equipare su creación con algo ya existente. No quiere que se le identifique. Porque la identidad de un profesional de cualquier disciplina tiene una cara privada que, por carácter, desea que permanezca privada.


"¿Por qué me fascina el círculo?
 
Porque,
siendo la forma más humilde, se impone indefectiblemente.
 
Porque es a la vez estable e inestable.

Porque es la única tensión que contiene en sí misma
un sinfín de otras tensiones"
 
Several circles
 
Vassily Kandinsky nació en 1866 en Moscú donde estudió derecho y economía. Pero a los treinta años decide dejar su consolidada posición y dedicarse a la pintura. ¿Por qué? Pues porque los cambios vienen producidos por descubrimientos inesperados. Kandinsky vio un cuadro de Monet. ¡La pintura no tenía que ser figurativa! Por la misma época había ido al Teatro Bolshoi a escuchar la representación de Lohengrin de Wagner, y la capacidad abstracta de la música de generar colores e imágenes mentales le impresionó profundamente.

Se fue a Munich a aprender, y en breve fundó su propia escuela (aunque era más bien una asociación de artistas). Phalanx es a la vez un lugar de trabajo, de estudio y de difusión del nuevo arte que estaban construyendo. En Phalanx conoció a Gabriele Münter. Su compañera de viajes antes de que la Primera Guerra Mundial los separara y él volviera a Rusia, donde trabajó inmerso en la museística de la Revolución sin apenas pintar.


Kandinsky y sus alumnos de la escuela Phalanx - 1902-1903 - Gabriele Münter en el centro.
 

Cartel para la primera exposición de Phalanx
En 1911 creó junto a Franz Marc el grupo Der Blaue Reiter
( El jinete azul), del que formaron parte también otros artistas, entre ellos Paul Klee y Gabriele Münter.
 


Kandinsky
Franz Marc - Caballos azules

Franz Marc y Kandinsky
Familia y amigos de Franz Marc, y Kandinsky
Serie Kleine Welten  ( Los pequeños mundos )

(Me llamó la atención ese ajedrez desplegado
en dos dimensiones)

 
 En 1914 Münter se trasladó con Kandinsky a Suiza, y poco después se separaron.
 
En gris - 1919
Kandinsky se casa en Rusia,
y vuelve a Múnich cuando Walter Gropius le pide que forme parte de la Bauhaus.
Vassily y Nina Kandinsky
Comienza una nueva época como docente y como autor.


Composición VIII




 
 
"La forma sin su función se libera y recupera su fuerza intrínseca."

Amarillo, rojo, azul

 
Trama negra

Kandinsky dando clase ( sentado en el centro)

Paul Klee y Vassily Kandinsky en la Bauhaus

Kandinsky y Walter Gropius - Reunión de directores en la Bauhaus
 
Treinta
 
Los nazis cierran La Bauhaus y Kandinsky se traslada con Nina a París. Allí vivirá hasta su muerte en 1944 un tanto aislado en la tranquilidad de un apartamento con vistas al Sena. Su pintura cambia. Se aleja con él del mundo. Despliega figuras en continua transformación en un espacio sin límites. Observa lo más pequeño - microorganismos, formas ligeras, tentaculares, biomórficas -  y lo sitúa en infinitos.
 
 
Amontonamiento ordenado
 



Azul claro


El Palacio Cibeles de Madrid ha organizado junto al Centro Pompidou de París una exposición de un centenar de obras de Kandinsky que va a recorrer varias capitales europeas. En Madrid la disfrutamos desde el 20 de octubre al 28 de febrero de 2016.


VISITA LA SECCIÓN: ARTE
Lucía Alcina
 

domingo, 17 de enero de 2016

Grietas en el alma de Munch

"En mi arte he intentado
explicarme la vida y su sentido"


El arte es probablemente el único instrumento capaz de mostrar al ser humano lo que ocurre en su intangible interior. Ayer atravesé una galería de emociones que Edvard Munch (1863-1944) dejó grabadas. Ochenta obras que han pasado por Madrid revelando las obsesiones de este prolífico autor del cual se ha escrito mucho. Me limito aquí a dejar constancia de la huella que me ha causado la visita; mis impresiones de sus expresiones.

Frente a sus cuadros se siente una pulsión.
Pura energía que nos desvía hacia el sentido interno de la obra.
Consigue atraparnos y descarga la ondulación de un pensamiento,
el desgarro de unos trazos neuróticos.

Atraviesa la superficie del lienzo
incorpora el ruido del hombre contemporáneo.
El ruido que ahoga los silencios necesarios
para la comprensión del mundo.
El ruido que ocupa el espacio
entre una nota de música y la siguiente.
Es un ruido exterior que destruye la secuencia de los sentidos hasta llegar adentro y provocar un ruido interior ensordecedor.
Un ensimismamiento, que es a la vez lucha contra el orden.
No es un caos, sino una masa de sonido.
 
Munch lo concreta  en sus pinturas y xilografías
como Penderecki y Stravinsky en sus composiciones musicales.

Esas notas adyacentes tocadas al mismo tiempo.
Esos violines tocados por el lado "erróneo" del puente.

Alcanzando la profundidad con estridencias amarillas, espirales, gritos, y oscuridades de noches insomnes.

 

 
Decía que le había tocado vivir en "un mundo en transición",
y en él parecía sentirse perdido y vacío.

 
Nadie queda impasible.
Nos produce rechazos, preguntas.
Despierta una imaginación jeroglífica
y una búsqueda de significado. Es existencialista.
Está llena de las incertidumbres del hombre moderno.
Sus cuadros parecen grietas en el alma
que nos muestran sus miedos recurrentes,
ante un mundo que lo devora,
un mundo cambiante que no le permite afianzarse en él.
Un mundo en el que teme a las mujeres
a las que representa con cabellos de fuego
que hacen arder los bosques antiguos de las costumbres
hasta convertirlos en cenizas.
 
Con distintas técnicas, y a lo largo de su vida, los temas de sus cuadros son recurrentes. Parece como si la repetición fuese un instrumento en su búsqueda de sentido


  
"No pinto lo que veo,
sino lo que vi"
 
Y mucho de lo que veía eran máscaras y monstruos.
 
Al ver este cuadro recordé esos personajes solitarios de Hopper.


Con lo aprendido en sus años en París y Múnich - con claras influencias de Van Gogh, Gauguin, Cezanne y Matisse - se vuelve a Noruega, su tierra natal. Y allí, se vuelve luminoso al final de su carrera.

Sí, este es un cuadro de Munch.
¿Quién no recuerda un cielo parecido de un pintor holandés?


 
VISITA LA SECCIÓN: ARTE
 
Listado de obras por orden descendente:
Modelo junto a la silla de mimbre
Madonna (detalle)
El asesinato
Tras la caída
La mujer vampiro
Cenizas
Desnudo femenino de rodillas
La niña enferma
Mujeres en el puente
Niñas en el puente
Noche estrellada

martes, 12 de enero de 2016

Un cuaderno lleno de magníficos errores

Prueba a darme algo en lugar de quitarme lo que queda.
No me limes la piel.
Llénamela de risas.

Mi amado contingente.

Tú.
Quien me despierta.

Regálame un cuaderno libre
a mí y a todos
- los niños -

para apuntar lo que nos sorprende cada día.

Un cuaderno lleno de magníficos errores.
Nuestro.
Secreto.
Sin correcciones.
Regálame esa posibilidad.
La de aprender a errar.
Regálame la seguridad
de poder existir más allá
de los límites
de la vergüenza,
el miedo, la prudencia;
la esclavitud de los niños
que viven la vida de los otros
sin tiempo de aprender la suya propia.


La lógica...
repita la palabra mil veces
igual me suena.

La lógica aplastante.
El mismo sonido de las piedras al caer un día de lluvia.
Menhires incrustados en la tierra
que no se van a mover,
así movamos el mundo.

La lógica aplastante
de esta sociedad ilógica.
Nerviosa carcajada
de incisivos.
Mordiendo el hambre.

¿A quién le interesa de verdad el otro?
En qué voz sino en la suya
pretendes conocerle.
En qué escondidas palabras.
De igual a igual, leerle.
Dejar de verle en el espejo.
Soplar sobre su caligrafía acorralada.
Y detenerte ante el verso libre
y la prosa sin urgencia.
Sin disfraces.
Si no quieres comértelo.
Porque si es eso,
el mismo hambre tenemos todos.
¿A quién le interesa de verdad el otro?
Y así podíamos seguir eternamente.
Separados.
Creyendo en esa división
alimentada
como el dragón de una pesadilla.


¿A quién le interesa conocer al otro?