Un
músico que trabaja allí ordenando partituras, se me acerca justo cuando alcanzo
el volumen azul de letras plateadas.
-
Sabía que venías a buscar El principito.
Algunas personas grandes saben de lo que hablan. Por eso
me guiña un ojo y saca del bolsillo una entrada de cine. La de la última butaca
de la primera sesión de un martes que se asemeja a un desierto.
-
A alguien se le ha ocurrido hacer una versión para la pantalla grande.
La
deja caer en mi mano y me quedo mirando ese papel arrugado que es un vale de la
tintorería de mi calle. Me hace reír este músico. Ahora me acuerdo de dónde
está esa butaca. La de la primera sesión de un desierto. Y subo al desván, al
que no llega el ascensor, y me dejo caer en el balancín escondido en la
penumbra, donde cierro los ojos y abrazo el volumen azul.
Mañana
volveré al cine a balancearme en este rincón a media luz. Pensaré en ti, o en esos
pedacitos de inocencia que viven en ti, y los sentaré, junto al niño que fui, a leer abrazados la historia de la serpiente que no era un sombrero.
**
He aquí las primeras frases ingeridas en mi convalecencia. Las pronuncia un zorro sin domesticar que busca tener un amigo para que los días largos se distingan entre sí:
"Ven a la misma hora"
"Los ritos son necesarios"
"Si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón"
"Un rito es lo que hace que un día sea diferente de los otros"
"Lo esencial es invisible a los ojos"
"No se ve bien sino con el corazón"
"Lo esencial es invisible a los ojos"
"No se ve bien sino con el corazón"
Citas e ilustraciones de El principito de Antoine de Saint - Exupèry
Microrrelato de Lucía Alcina
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