viernes, 14 de febrero de 2014

The Master - Duelo de titanes

Film: The Master
Interpreters: Philip Seymour Hoffman, Joaquin Phoenix, Amy Adams
Director: Paul Thomas Anderson
Artículo: Lucía Alcina

Se nos ocurrió ir al cine con amigos. Y al salir de la sala reinó el silencio durante diez minutos. Acabábamos de ver una película visualmente imponente, un inmenso campo de batalla en el que se enfrentan dos personajes extremos. Un largo metraje hipnótico y abrumador.

Sin efectos especiales, las escenas en The Master quedan grabadas en la memoria como estampas sonoras que rugen en el subconsciente. La película encara el dilema de cómo afrontar la vida. Pues, mientras la naturaleza lleva su curso inalterable, el mundo de los hombres está siempre por hacer.

Los dos protagonistas, Hoffman como Lancaster, y Phoenix como Freddie, encarnan a seres excesivos y atormentados. Lancaster se devane los sesos intentando comprender la lógica de la naturaleza como algo codificable; y termina creando sus propias barreras, creyendo y encarcelándose en su fundamentalismo, bajo la supervisión de un carcelero personal y fiero que le promete bienestar en las profundidades de la oscuridad.

Freddie, que ha chocado como un toro salvaje contra las paredes y las normas sociales, queda seducido por la promesa de Lancaster de adaptarlo a las pautas de la sociedad, y termina siendo un conejo de indias con el que Lancaster experimenta para establecer unas nuevas y personales reglas morales de las que él se erige juez y tutor.

Lo divertido de la película radica en que la fuerza de la naturaleza es siempre mayor que la del ser humano. Freddy ha vivido toda su vida de una manera salvaje, es un hombre sin fronteras, y es incapaz de someterse a unas leyes sociales que intenten domesticarlo. Cuando comprende que la promesa de su tutor es más dolorosa que los golpes esporádicos del mundo exterior, escapa a cielo abierto donde sus reflejos, y su naturaleza, están libres y despiertos para esquivar los embates y afrontar los tropiezos.

El encuentro de estos dos personajes se convierte en un duelo interpretativo de la intensidad de un tornado. Es un cruce de caminos entre alguien que juega a ser salvado y otro que cree ser un salvador. Una historia sobre el absurdo de la redención y la culpa, sobre la terrible ilusión del que se siente redentor, y la amarga esperanza del que por un instante cree que existe un ser humano superior que puede concedérsela. La vida es dura, pero su dureza puede estar hecha de distintos materiales.

Compleja y sorprendente, la historia avanza llena de contrastes. Desde la escalofriante escena de la doma en el salón, hasta la tierna y desgarrada madurez con la que Freddie afronta la decisión de su ser más amado. Freddie registra la vida con puntos y aparte. Aceptar y olvidar. Para Lancaster, en cambio, la existencia está llena de comas en un párrafo interminable.

Una de las secuencias imborrables es la excursión al desierto como premio a la atroz doma sufrida. El gran maestro saca a pasear a su cachorro y le permite jugar con el sentido de libertad dejándole conducir su motocicleta. Se siente paternal, generoso, creyendo en su poder de doblegarlo con juegos de esparcimiento. El cachorro toma la moto y hace lo que su temperamento le indica, ante la atónita y desgarrada mirada del maestro.

Al final de la película los dos personajes se encuentran de nuevo, en un último careo, donde un sublime juego de miradas pone sobre la mesa quién es el personaje atrapado.

2 comentarios:

  1. Hola, Lucía!

    Me gusta mucho tu análisis, coincido contigo plenamente en la batalla interpretativa de estos dos animales cinematográficos (tres, si contamos a Paul Thomas Anderson, el gran director de orquesta).

    Si bien la película, narrativamente, es clara, sí es cierto que requiere un esfuerzo de atención, o de decisión, para seguir enganchado a ella, sobre todo si, en vez de verla en el cine, lo haces desde tu salón (mea culpa). Pero hay algo que te atrapa. La dualidad de dos visiones del mundo tan diferentes; la anarquía o la búsqueda de una libertad ficticia de un personajes encadenado a sus impulsos frente a la búsqueda de estructura de otro personaje que, dentro de su apariencia cientificista, es más humano y apegado a sus necesidades de lo que cree.

    El modelo de relato que plantea la película, el pigmalión educando al otro en la verdad, también tiene una segunda lectura, en cuanto a la necesidad de trascender sobre otros, del personaje del genial Philip Seymour Hoffman. Ahí está la búsqueda de su felicidad, mientras que en el personaje de Joaquin Phoenix, la felicidad está en la lucha entre su deseo y su bienestar. También disfruté mucho el juego de poder y contrapoder entre estas dos figuras en busca de redención y, como muy bien comentas en tu conclusión, el personaje atrapado no siempre es quien parece.

    Felicidades por tu crónica, da gusto leerte y reflexionar más a fondo sobre una película con tantas lecturas como esta. Un beso!

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  2. Muchas gracias por tus comentarios!
    Tu análisis de la película es muy interesante. Me encanta que compartas tus impresiones en el blog, y enriquece muchísimo la visión de la obra. Es cierto que es una película difícil, y los rasgos de los personajes que comentas me ayudan a comprenderlos mejor.
    Un abrazo,
    Lucía

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