martes, 25 de octubre de 2016

El retrato de Irene, de Alena Collar


Viene al caso que en la misma semana en la que leo esta novela voy también al teatro. Y como el universo tiene esa manía de juntar las cosas por alguna razón, me encuentro ante dos poderosos relatos sobre el silencio, la guerra, y los seres anónimos atrapados en ambos: El retrato de Irene de Alena Collar, e Incendios de Wajdi Mouawad.

El tono es distinto - casi opuesto - y ese contraste ha enriquecido la lectura. Ha sido como comparar dos radiografías del silencio. Una externa con Incendios, donde los silencios se graban y contagian. Y otra interna con El retrato de Irene, donde los silencios se hablan, se escuchan, y encajan sus piezas en un cuadro que deja de ser impreciso.
"Nunca tenemos el retrato completo de alguien."

El retrato de Irene me sorprendió por su cambio de ritmo. Una historia que parece lírica e intimista en las primeras páginas, se impulsa de repente y con fuerza hacia la acción. Conecta tramas del pasado y el presente, a saltos entre Chile y España. Nos transporta a un ayer reciente - y a la vez lejano - a través de unos personajes que parecen reales gracias al dominio de los diálogos de Alena Collar, y a su capacidad para enlazarlos con las voces internas de sus dos protagonistas, Álvaro e Irene.

Lo primero que sentí al leer esta novela fue esa confidencialidad de las conversaciones en las cocinas. ¿Qué tendrán las cocinas? No. En este caso es una casa entera a punto de venderse. Álvaro descubre allí los diarios de su abuela; un relato que rompe el silencio. Comienza despacio en un jardín y de pronto se convierte en un viaje lleno de pequeños misterios en el que va encontrando piezas de una historia; la que Irene ha ido guardando para no lastrar la infancia. La que le hace dar un giro a su vida.

Bajo su apariencia de historia familiar, esta novela trata sobre la temible intolerancia de los pueblos cuando convierten en dogmas las ideas; sobre los seres anónimos de las guerras que terminan encerrados en el exilio del silencio; y "sobre esa cosa íntima que es la libertad de pensar".

"Gente normal.

 Gente que tiene sus ideas sobre las cosas, pero que no iría al frente

 ni mataría a otros por ellas

ni traicionaría a sus amigos por su forma de pensar."

Explora el silencio como instrumento de libertad, como refugio, y como escudo.

"Pero yo no quería guardar silencio."

Me gusta especialmente el personaje de Edurne. Su fortaleza interna, su valor de la amistad en la distancia, su respeto al silencio de Irene, y esa rebeldía contra los secretos de la guerra.

"A mí el silencio me parece que complica todo."

Pero entiendo a Irene. Porque no todos los silencios son iguales. A unos se llega por voluntad propia y son como jardines privados. Pero hay otros que nos vienen impuestos, como heridas de guerra. Esas heridas anónimas. Silencios que duelen con esa violencia interna que no tolera los gritos.

"Los copos de nieve son las palabras que tiene el silencio cuando algo es inexpresable."

"No siempre podemos irnos."

Hay un hilo argumental muy sutil dentro de este entramado familiar: la historia de un matrimonio. Collar va creando la imagen del abuelo a través de elipsis y miradas fuera de campo, y lo convierte en un personaje muy completo, y describe muy bien cómo el vínculo de la pareja va cambiando a lo largo de la historia. Cómo se van rompiendo las distancias, y el otro termina siendo el refugio, el jardín.

"Ese tono menor en las relaciones. Bajar el diapasón."

"Y otra vez eligieron por mí."

"Si perdura es amor."

El personaje de Irene - introspectivo - tiene una conexión especial con lo inmaterial. Esa sensibilidad - esa inteligencia emocional que dirían ahora - le hace ser, a la vez, fuerte y frágil.

"La Belleza no conoce de tránsitos."

"Las estrellas son indiferentes a la muerte.

Podemos contemplar el esplendor de su belleza mientras caen las balas alrededor..."

"La Belleza siempre nos espera."
El libro está editado por Baile del Sol


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lunes, 24 de octubre de 2016

Incendios de Wadji Mouawad, dirigida por Mario Gas

"Aprende a leer.

Aprende a escribir.

Aprende a pensar."

Con esas palabras, Nuria Espert - en la piel de la abuela de la protagonista - impele a Nawal a escapar del anonimato y a luchar contra la ira para frenar ese monstruo que genera violencia y se transmite de generación en generación. La línea sucesoria de la ira.

Pero la guerra atrapa a Nawal, y lo que ve y sufre - lo que descubre - le hace guardar silencio. Ese aprendizaje del pensamiento a través de las palabras le ayuda a buscar respuestas a lo irracional, pero a través del silencio. La música es una descarga para aliviar el alma - un purificador-, y el silencio es el aprendizaje de las palabras - un razonar interno de lo acontecido. Y Nawal decide adoptar ese silencio varios años. Porque la verdad no se pronuncia, se descubre.

El montaje de la obra comienza con un notario, dos cartas en testamento, y dos hijos de Narwal que no comprenden ni el silencio previo de su madre ni lo que les dice ahora que está muerta.

El dolor - la comprensión del dolor - ofrece más respuestas que la ira. Nawal lo sabe. Sabe que las palabras no sirven sin búsqueda. Las palabras no se entienden si sólo se repiten como números. Uno más uno son dos. No siempre. Incluso las matemáticas hay que vivirlas en primera persona para comprenderlas. Vivimos rápido y nos cuesta pararnos a pensar, y ese vivir sin pensar está un poco vacío, y ese vacío de la carrera lo preferimos a enfrentarnos al miedo a descubrir quienes somos, no vaya a ser que seamos lo que odiamos del otro. Afrontar el dolor - no con ira, sino como un viaje - nos enseña a descubrir quiénes somos.

"Y prométeme que escribirás mi nombre en mi tumba."

Incendios de Mouawad es una declaración contra el anonimato, el de los prisioneros del otro silencio, el silencio de los que no tienen instrumentos para expresar la profundidad de su propio pensamiento, los que no tienen la posibilidad ni de escribir su nombre, ni de afirmarse en la tierra como seres humanos, como individuos únicos. Y únicos no significa estar encerrado en el ego de la incomprensión hacia las diferencias con el otro, único significa que esa diferencia debe unirse a las otras en una pluralidad de singularidades con capacidad de pensar. Eso tan difícil de conseguir cuando el odio nos bloquea la mente.

Laia Marull, Ramón Barea, Lucía Barrado, Carlota Olcina, Alberto Iglesias, Alex García y Edu Soto, todo el elenco de actores, me cautivaron con sus interpretaciones en esa sala tan solemne del Teatro La Abadía un día lluvioso de octubre en una noche de Incendios.

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Perdonad que me haya puesto tan profunda. Es que no he dormido bien. Después de un paseo por el parque con estas ideas en la cabeza he pensado que falta una frase. Sí. Primero porque el dolor llega a veces a los niños, seres a los que no les ha dado tiempo a aprender y comprender. Segundo porque, aunque todos pongamos de nuestra parte y los humanos consiguiésemos ser todos buenos y todo lo demás, la naturaleza siempre puede venir a destrozarnos la vida. Así que imagino que yo debo añadir a mi vida la frase 'Aprender a vivir'. Tanta profundidad, tanta comprensión, tanto dolor, pierde sentido si no se sabe vivir.

Gijón en otoño



 
 
 
 
 









 




 

 

 

 

 

 

 

martes, 18 de octubre de 2016

Esa cosa llamada literatura

Ocurre que algunas sociedades se hacen dueñas de un término, y durante un espacio de tiempo crean un concepto cerrado y fronterizo.

Nadie escribe literatura. Sería algo pretencioso. Se escriben poemas, se narran historias, se vuelcan palabras lunáticas o llenas de razón, frías o llenas de sentimiento, feas o bellas. Puede uno seguir una estructura o la inversa, o inventarse una. Y al final sólo el paso de muchos años dirá si un diario perdido en un cajón, las canciones de un vagabundo, la historia más previsible, o la novela más críptica, serán consideradas literatura por otro grupo social que habrá hecho su particular selección.
 
Sólo algunas obras serán leídas una y otra vez a lo largo de los siglos. Sólo algunas serán universales. Esa universalidad ¿se la dará el lector? Puede que - presionado por la fuerza colectiva - lleguen solamente algunos textos al futuro. ¿Qué más da? Puede que el término literatura se pierda y sólo sobreviva la industria. En cualquier caso, el que escribe no debería estar encadenado a las predicciones, ni a la suerte.

Algo de disfrute tiene todo esto. Pero en cada momento, unos gustos se imponen a otros por la fuerza de la repetición. Y el que goza con algo distinto quizá lo mantenga en secreto, o se ponga a discutir. Y de nuevo ¿qué más da?

Me imagino que para quien vive de sus palabras es importante. Es un tema de supervivencia. O no, porque los lectores, si compran un tercer libro de un autor es porque algo les aporta. Sea literatura, o no.


martes, 11 de octubre de 2016

Viajar al espacio donde habita la música


Pensar en él es cerrar los ojos

las manos en los oídos.
 
Viajar
 

al espacio minúsculo
 

donde habita la música.

lunes, 10 de octubre de 2016

Laredo tiene colores de Vermeer en otoño


 
Hice esta foto durante la Feria Medieval de Laredo porque me recordó a Vermeer. La luz, los colores, la inocencia.

A MONSTER CALLS. Jim Kay, Bayona, y Patrick Ness

Es curioso que a cada uno de nosotros nos lleguen de forma diferente las voces de los otros. Un libro, una película, un dibujo. El autor ha metido ahí tanto de sí mismo, quizá incluso ha borrado tanto y esos espacios borrados son como túneles, a veces mucho más profundos que las palabras.
Ésta es una historia sobre el miedo que tenemos - a ser nosotros mismos, sobre el monstruo que a veces creemos que somos, sobre la vida - que no es justa, sobre el entramado de la culpa, de la muerte, y sobre esa única verdad - indivisible, intransferible, inenarrable. Esa verdad a la que llegamos con la ayuda de los cuentos, los buenos cuentos, esos seres animados que buscamos y llamamos para refrendar nuestras mentiras y nos devuelven un golpe, y otro y otro. Porque los cuentos no dicen la verdad, lo que hacen es romper el hielo del engaño en el que vivimos atrapados.
Y éste es un cuento de cuentos. La traducción correcta sería 'Un monstruo llama', pero el título -  tanto del libro como de la película - ha sido traducido como ' Un monstruo viene a verme'. Y es que el monstruo - nosotros - llamamos, pedimos ayuda a gritos, gritos de silencio, túneles de gritos. Porque todos nosotros somos "too old to be a kid, too young to be a man".
"Stories are the wildest things of all. Stories chase and bite and hunt. "
 
 Buscando imágenes para ilustrar esta breve reseña he encontrado la página del ilustrador del libro, Jim Kay, también ilustrador de los libros de Harry Potter. Os dejo aquí el link porque los dibujos son maravillosos.

A monster calls - by Jim Kay
 
Fotograma de Un monstruo viene a verme, de Bayona.
Lucía Alcina
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