sábado, 10 de septiembre de 2011

Aristas de la mujer del siglo XXI

Film: Bridesmaids
Protagonizada por Kristen Wiig, Melissa McCarthy y Rose Byrne.
Dirigida por Paul Feig
Artículo: Lucía Alcina


Estamos hablando de algo muy serio, el humor. Y en este caso es un humor poco sutil y muy salvaje. Y está protagonizado por mujeres. Y esto último… lo cambia todo.

A Virginia Wolf, a Marguerite Duras, y a Edith Warthon, les gustaría esta película de desmadre femenino. Se reirían en silencio en la oscuridad del cine. Quizás la entenderían como un ejercicio forzado que muestra las pequeñas crueldades cotidianas que subyacen bajo un evento social. Y se deleitarían con las interpretaciones de mujeres con todas sus aristas que se desnudan psicológicamente, y no físicamente, ante el público, desvelando tanto sus debilidades como sus fuerzas.

Son mujeres. Han pasado de la treintena. Pueden ser felices. No saben cómo. Y se muestran tal y como son. Es cierto que hay momentos “muy forzados”, como suele ocurrir en la comedia, y alguno escatológico, como muchos de los que aparecen en películas de desmadre masculino.

En Bridesmaids se abandona por completo la herencia cultural que enfrentaba a Diana y Venus, representantes de la castidad y la lujuria. Las mujeres aparecen aquí como seres humanos, y dejan de ser diosas encadenadas a un falso estereotipo. Tienen, por fin, la complejidad y la libertad de los héroes, y de los antihéroes.


Os recomiendo redescubrir a la Condesa Olenska en La Edad de la Inocencia de Scorsese. Una mujer fiel a sí misma. En cada época, las mujeres se enfrentan a retos diferentes.

domingo, 28 de agosto de 2011

EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS “SIMIOS” ; MONKEY BUSINESS; Y LA VISIÓN DE NOSOTROS MISMOS

Rise of the Planet of the Apes (original title)
Una película de Rupert Wyatt


Hace 60 años se hizo una maravillosa película sobre el mismo tema: Monkey Business (Me siento rejuvenecer). Un científico, interpretado por Cari Grant, desarrolla una fórmula que puede cambiar el curso de la historia si el efecto en humanos fuese el mismo que en los simios del laboratorio. El planteamiento era completamente opuesto. Se trataba de una comedia. El protagonista buscaba la eterna juventud, en lugar de un remedio para el ocaso. Y sus compañeras de reparto, Marilyn Monroe y Ginger Rogers, que no tenían nada de inocentes, completaban un trío que derrochaba humanidad en su aspecto más saludable.

“Simios”, en cambio, es un espejo de una sociedad enferma que se plantea una y otra vez que el origen del mal es el propio ser humano. Películas recientes como “Origen” utilizan la metáfora del “Mal” para nombrar a sus protagonistas, o a los deseos que los mueven. ¿Siempre ha sido así? No. La visión de nosotros mismos ha cambiado en extremo en los últimos cien años. ¿Acaso el hombre ha involucionado?

El cine nos sirve para radiografiar esa involución de los individuos que nos representan como especie. Ya no existen los caballeros sin espadas como James Stewart, o astutos y divertidos hombre orquesta como Cari Grant, ya no hay aventureros como Errol Flynn, ni soñadoras como Katherine Hepburn, ni cabezotas como Spencer Tracy, ni introvertidos que se superan a sí mismos para salvar el mundo como Harrison Ford, ni egoístas yuppies como Richard Gere cuyas vetas humanas aparecen reflejadas en los ojos de una prostituta; incluso están en extinción los entrañables parásitos que se alimentan de música como John Cusack, y los freakies andan escondidos o disfrazados como Johnie Deep. Si nos dejásemos representar por el protagonista de “Simios” sólo quedarían gusanos sin más visión que la tierra que nos cubre los ojos.

En los filmes actuales cada uno de nosotros somos los malos. Ya no lo son los alienígenas, los rusos, las hormigas, los robots, los otros... Vivimos en una sociedad de culpabilidad que nos ha convertido en frágiles individuos, en pequeños Gollum, sin rastro de las aristas que nos humanizan. Los que nos resistimos a permanecer en ese estado de larva egoísta buscamos refugio en los recodos de la fantasía épica del Señor de los Anillos; en la mitología; los héroes y los superhéroes de X-Men; o en la nostalgia abrumadora de Super 8.

Al ver la película de Wyatt tenemos que ir más allá de la recurrente metonimia entre las farmacéuticas y el ego del ser humano. Especialmente, cuando existe un film como “El Jardinero fiel” que lo plantea espléndidamente. Hay algo más. Esta cinta nos alerta de que el espejo donde cada día nos buscamos está podrido. Es siempre una cuestión de referentes. Más nos vale construir uno que esté verdaderamente hecho a la medida de lo que queremos ser.

domingo, 14 de agosto de 2011

BEGINNERS

BEGINNERS
Dirigida por Miles Mills.
Protagonizada por: Ewan McGregor, Mélanie Laurent y Christopher Plumer.
Artículo: Lucía Alcina

Cuando una película te recuerda a otra, que te recuerda a otra, y hace que pienses, que hables, que te replantees quién eres de forma constructiva, que busques aquella canción…, estamos ante un trabajo para quitarse el sombrero.

Vamos al cine para ver la vida de otras personas, y eso nos hace respirar. Nos permite extender nuestras manos para poder tocar a otros, viajar en el tiempo, experimentar lo desconocido o revivir un sentimiento pasado. Beginners es una de esas películas.

Oliver, su protagonista, está obsesionado en descubrir cual es el origen de sus sentimientos, y vive bloqueado en un bucle de preguntas con respuestas sin fin, cuando a sus cuarenta años descubre que la verdad sobre la que había edificado sus muros se desploma tras una conversación con su padre. ¿Parece triste? Pues es una comedia divertida y romántica sobre cómo reinventarnos a nosotros mismos, y redescubrir a los otros.

La dos primeras películas con las que relaciono Beginners son las recientes 500 days of Summer y Two Lovers. Si el pop de los “80-90” incrustó la melancolía en algún lugar de tu ser (y sólo entonces), comprenderás el movimiento de estos nuevos Misfits que las protagonizan, que se aventuraron a ser jóvenes Antes del Amanecer , creyeron comerse el mundo en Reality Bites, se perdieron en Eternal Sunshine of the spotless mind, navegaron en la amargura del tiempo perdido Antes del atardecer, y renacen ahora en Beginners renombrando cada objeto para dibujar el Mapa de Ruta que nunca tuvieron.

Al final de 500 days of Summer hay una voz en off que nos dice algo así como “Coincidencias. Eso es todo. Si Tom ha aprendido algo, ahora sabrá que no hay milagros. El destino no existe. Nada está escrito”. Y si descodificas las imágenes dice “Tenemos que escribir nuestra propia historia, y sin escatimar en fuerza, tinta e insistencia.”.

Beginners compara extraordinariamente el mapa de ruta de esta generación melancólica con la de sus padres. Estos, marcados por un guión estricto, no tuvieron jamás dudas de cuál era el siguiente paso. Los “beginners”, en cambio, hijos de la expectativa sin límites, de la libertad de elección, nos levantamos cada día con un “What do we do now?. Somos unos jóvenes adultos que no sabemos cómo continuar porque el mundo no nos dicta lo que tenemos que hacer, y hemos heredado la sensación de “error” de los pasos de nuestros padres. La responsabilidad de ser nosotros los que escribamos con tinta el mapa de nuestras vidas, nos produce pánico.

Liberarse de esa herencia y amar la vida sobre todas las cosas es el único antídoto para hacernos inmunes, y caminar sin miedo entre los peligros de la naturaleza. No hay otra salida que forjar un nuevo mundo cuando descubres las fronteras del escenario de tu vida. Quizás si descodificamos las imágenes de Beginners nos demos cuenta de que no existe mapa, sólo un paso en el aire hacia un lugar que sólo nosotros nombramos.


domingo, 5 de junio de 2011

Viaje al desencuentro. Copia certificada

Copia certificada.
Dirigida por Kiarostami.
Juliette Binoche ganadora del premio a Mejor Actriz del Festival de Cannes 2010
Artículo: Lucía Alcina

Viaje al desencuentro

Ésta es una película para observadores, para los amantes del documental. Y está lejos del gusto de los soñadores, y del placer del espectador práctico. El ser humano es visto a través del microscopio, y su relación con el mundo se nos hace tan lejana y compleja como la reproducción de la langosta.

¿Y por qué escribo sobre ella? Porque toma el tiempo necesario para describir la dolorosa metamorfosis que se produce con el paso del tiempo, y la describe desde la oscuridad de la crisálida en la que los humanos nos ocultamos en nuestra madurez, hasta el momento de crisis en el que rompemos su esqueleto para convertirnos en mariposas.

Todo comienza con una madre en una sala de conferencias enamorándose de un hombre. Éste defiende las obras de arte originales frente a las copias. A partir de ahí comienza una relación que dura un solo día, un viaje de unas horas en las que se condensa toda una vida. Y en ellas el director nos muestra que la ilusión, la alegría, y la fuerza de un “original”, son irrepetibles. Y por tanto, una “copia” de la sonrisa de la Gioconda de Da Vinci siempre nos dejaría vacíos.

Juliette Binoche interpreta, especialmente en los largos primeros planos de la escena del restaurante, a una falsa Gioconda que desea volver a ser su original. Y es en este momento cuando entendemos que se trata de una película sobre el paso del tiempo. Sobre el desamor. Sobre lo duro que es mantenerse “original”, sobre el esfuerzo infructuoso de sostener una ilusión.

“Lo único que ella necesita es que camine junto a ella.” Esta sencilla frase, que un individuo le dice al falso marido de Juliette, lo resume todo. La mujer es descrita como la parte sentimental de la pareja, el individuo que quiere mantener viva la llama de la relación original, y para ello colorea a cada paso el rastro gris del tiempo.

El hombre, en cambio, se siente incapaz de disfrutar de un sencillo vino. ¿Por qué con los años requiere una exquisitez sublime para concentrar su atención? Exige esa exquisitez porque le concede el honor de hablar de su conocimiento sobre el vino. Le concede alabarse así mismo. O lo que es lo mismo, esconderse en una brillante crisálida. ¡Cuán diferente a la sensación alegre de la juventud de beber un vino por el simple hecho de “compartirlo”, o de disfrutarlo! ¿Por qué no quiere compartir ya? ¿Por qué camina solo? ¿Por qué se esconde en su trabajo?

Copia certificada recuerda a Viaggio in Italia de Rossellini, en el que Ingrid Bergman y George Sanders interpretan a un matrimonio en crisis que viaja a Italia, donde se ven envueltos en un volcán de sensaciones de una cultura extraña que les hace sentirse solos y desamparados. Y este vértigo ante el abismo de lo desconocido los reúne de nuevo bajo la protección de la “cultura” que comparten. La cultura entendida como la trama de momentos, decisiones, gustos, miradas, formas de entender la vida, compartidos por una pareja. Una microcultura que no es posible construir con silencios y distancias. Una masa abigarrada de emociones y situaciones que se han vivido, y superado, en común.

Kiarostami, al contrario de Rossellini, estudia al matrimonio que carece de una cultura compartida. En la escena de la taberna, el marido, inglés, explica así a la tendera por qué no habla el mismo idioma que su mujer, francesa, después de cinco años viviendo en un país extranjero: “Es que mi familia hace su vida, y yo la mía”.

Ante la falta de una “cultura” que los una, la pareja no tiene otra opción que reinventarse a sí misma, puesto que las copias falsas no perduran, ni alimentan el alma. Cómo decidamos romper nuestra crisálida es una aventura. Algo parece claro. Ya sea a la manera de Rossellini o la de Kiarostami, las relaciones no se construyen solas.
* Recomiendo escuchar esta canción después de leer mis comentarios sobre la película
Volcano de Damian Rice

jueves, 19 de mayo de 2011

Views from my inner window

Allen, y la imaginación como antídoto . Midnight in Paris

Allen, y la imaginación como antídoto
Artículo: Lucía Alcina

15 de mayo de 2011

Ayer fui a ver Midnight in Paris, de Woody Allen. Al salir del cine, una tormenta primaveral nos impidió comentar qué nos había parecido. Mientras iba hacia el coche empezaron a surgir las preguntas. ¿Por qué había elegido el director a Owen Wilson como protagonista? ¿Por qué daba la impresión de ser una película más compleja, detrás de su sencillo argumento? ¿Por qué me surgían “preguntas” en lugar de opiniones?

París. Imaginemos. Allen tiene ante sí la ciudad de las luces y decide pintar un cuadro impresionista, plasmar el instante, sin reparar en las formas, dejando que el espectador con su mirada acabe el cuadro. Cada espectador, un cuadro. Cada visión, una verdad. Creo que Woody Allen ha querido hacer una defensa de la individualidad frente al pensamiento único. No en vano hace un guiño al Renacimiento hacia el final de la película.

Allen es capaz de mostrar esa impresión sutil de falta de libertad sencillamente desnudando a sus personajes: al que piensa por sí mismo, es fiel a su verdad y sincero con el mundo como el espectacular Hemingway interpretado por Corey Stoll; al que opina y unifica todo pensamiento en el suyo propio, al que no piensa por sí mismo y se abandona ciegamente; y especialmente a la futura esposa, personaje que, ni crea, ni opina, pero obliga a los que le rodean a seguir una corriente de opinión.

La futura esposa es un personaje aterrador que Allen presenta graciosamente envuelto de un cuerpo maravilloso y una auto-seguridad extrema que la lleva a establecer a su antojo el orden del “bien y el mal”. Su atractivo directo y agresivo queda grabado en la retina.

Y al llegar al verdadero protagonista, Gil Pender de Pasadena, tengo que respirar profundamente unos segundos. Reflexiono sobre el casting. Imagino a un Adrian Brodi en la piel de Gil y en la fantástica comedia de la que hubiésemos disfrutado. O a Ethan Hawk y cómo la comedia romántica se hubiese renovado. Pero tal y como decía Paul Gauguin, “yo las pinto así, porque las veo así”. Y aquí es donde encontramos la mirada del director (mirada, y no interpretación). El protagonista no debe desviar la atención del cuadro. Y afortunadamente el papel de Dalí demuestra que estaba esperando al Sr. Brodi para que lo interpretase. Magnífico Adrian Brodi.

Para evitar la empatía excesiva, Allen escoge a Wilson, como el pintor que elige su color base para expresar armónicamente su gama de colores. Para poder deslizar el pincel, y dar pinceladas sorprendentes, sin que se eclipsen unas a otras. Estudiando la luz de forma tan natural, que no genere claroscuros al mostrar el contraste entre la musa incandescente, que representa Adriana, y el hermético mundo de Paul el pedante.

Porque Gil Pender de Pasadena es un hombre corriente, sencillo, normal, libre, “un hombre en su sentido más honroso” como diría Thomas Mann. Es un personaje que vaga, se pierde, comete errores, sueña despierto, y busca dar sentido a su vida intentando sacar de sí algo que valga la pena, algo que haga feliz a los demás como Hemingway o T.S. Elliot le hicieron feliz a el.

Y decide correr la aventura de averiguar quién es en realidad. Cree que lo hace vagando, y que es tan sencillo como esperar a las campanadas de medianoche. Porque Gil tiene una herramienta portentosa que nos transporta a otra época. La imaginación. Ese instrumento pernicioso que su aterradora novia califica de tumor. Esa capacidad de ver las cosas de otra manera, la capacidad de describir una pintura sin haber leído sobre ella.

Ante la dificultad de plasmar esa voluptuosidad de impresiones, Gil vaga en la noche parisina a la espera de que la “calabaza” se convierta en un automóvil de principios de siglo, y los príncipes de la generación perdida le saquen a bailar hasta que su obra cobre sentido.

Comienza entonces el apasionante juego en bucle de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. La verdad se presenta con el rostro de Hemingway, la exquisitez se enmascara de Fitzgerald, la rebeldía se viste de Zelda, la magia de Dalí, y la sabiduría se acomoda en el cuerpo de Gertrude Stain. Y para poner en marcha todo ese engranaje encuentra el motor cuyo contacto hace dejar de temer la muerte, el alter ego de la pasión, su musa.

Adriana. La película gira en torno a ella, musa a la que el protagonista sigue a través del tiempo para despojarse de lo artificial. Es ella quien defiende la fidelidad anatómica del dibujo trazado por T. Lautrec frente al manierismo de Modigliani. Es la voz que apuesta por la libertad del espectador a conocer otras épocas, y busca al artista a través del tiempo.

Y cada noche Gil sale a buscarla meciéndose al ritmo de C. Porter. El deseo de escapar del ser humano siempre llega a ese cruce de caminos en el que debe decidir entre dos realidades. ¿Cuál es aquella por la que lo damos todo con inmensa felicidad…?